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Había una vez, una chica en un pequeño pueblo, que creía que era especial, ya que veía cosas que nadie más veía. Ella leía entre líneas. Entendía los mensajes que los autores debajan en sus libros y la gente la miraba de forma extraña por ello. La trataban de forma diferente.

Hasta que llegó el día en que descubrió internet. La globalización. Había cientos de personas como ella, personas que no querían creer que Hogwarts había olvidado enviarles su carta. Gente capaz de sacar a los personajes de sus páginas y amarlos hasta que desaparecían. 

Y la chica se fue convirtiendo poco a poco en una pequeña mujer, una mujercita de ciencias, con unos gustos musicales un poco de los 80, unas piernas más acostumbradas a nadar que a correr y unos dedos aficionados a recorrer las teclas de el piano una y otra vez. 

 

Aunque seguramente no era ni la persona más guapa, ni la más sociable, ni lista, ni divertida de las que conocéis, ella creía plenamente ser feliz en su pequeño infinito. ¿Y quiénes sois vosotros para negarlo?

 

Seguramente creéis conocer a esa chica. Seguro que hay montones de ellas. Pero nosotros, simplemente la llamaremos, Moira. 

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