top of page
  • Wix Twitter page
  • Edited Image 2014-7-28-17:17:23
  • Tumblr App Icon
  • goodreads_icon_1000x1000-bed183559c02a417861f930e33e157d1.png

No sé cómo comenzar lo que se supone que será mi autobiografía, primero porque me resulta una tontería relatar mi corta e insulsa vida, y segundo porque es algo complicado deciros quién y cómo soy, sin poder hacerlo en absoluto. Mi propósito al escribir esto no es conseguir que os durmáis leyéndolo. Así que, allá vamos:

 

Las autobiografías suelen comenzar por los datos básicos, como el nombre completo y la fecha de nacimiento.

Erin no es mi nombre, sino mi seudónimo. Proviene de la mitología griega. Las Erinias eran personificaciones femeninas de la venganza que perseguían a los culpables de ciertos crímenes.

No me considero una persona especialmente vengativa, simplemente me gusta la función que realizan Las Erinias. Toman la justicia por su propia mano, defendiendo, aunque de una forma equivocada, lo que creen que es correcto. Defienden sus principios, lo cual creo que es algo sumamente importante.

 

Me gusta pensar que una buena autobiografía va más allá de la objetividad y los diferentes hechos que le han sucedido a esa persona. No diré mi fecha de nacimiento, ni hablaré de dónde nací, ni siquiera diré quiénes son mis padres; pero trataré de haceros ver quién soy con palabras.

 

Soy una chica de dieciséis años que vive en un pueblo normal, con una familia normal y rodeada de lo que la sociedad considera personas normales (un concepto que cambia continuamente). Desde fuera, puede parecer que todo es extrañamente normal, pero hay algo que no encaja: yo.

 

Tiempo atrás, no me habría gustado contar la historia de la niña ‘’rarita’’ que prefería la compañía de los libros a la de las personas, o la adolescente que decidía quedarse en casa cada fin de semana para continuar leyendo, en lugar de salir a ‘’hacer vida social’’ como hacían todos. Mis padres intentaron numerosas veces hacerme cambiar, querían que saliera y que me divirtiera. Lo que no entendían es que yo era, y soy, feliz con la única compañía de los libros. Porque ellos, al igual que a Matilda, me enseñaron que no estaba sola. Gracias a ellos aprendí valores que nadie más pudo enseñarme y viví grandes aventuras sin salir de mi habitación. Aventuras en las que el mayor riesgo al que te expones es llorar hasta que te duele el alma porque tu autor preferido ha asesinado a sangre fría a uno de los personajes a los que más querías. Esto es algo que la mayoría de las personas no entenderán, esa empatía hacia los personajes. Reír, amar, sufrir y disfrutar con ellos.

 

¿Se puede querer a un personaje? Os aseguro que sí es posible. Hay personajes que, aun sabiendo perfectamente que no son reales, no puedes evitar enamorarte de ellos o quererlos como si fueran parte de tu familia, porque en cierto modo, lo son. Y como miembro de tu familia, no puedes evitar llorar su pérdida.

 

Podría decir que mi forma de ver el mundo ha cambiado bastante conforme he ido creciendo. Antes creía que lo mejor que podía hacer era integrarme, ser una más; pero lo cierto es que no quiero,  es más, me niego a seguir el estereotipo de chica adolescente. No voy a pretender ser algo que no soy.

 

Si soy diferente, me rechazan. Pero si soy como ellos, me defraudo a mí misma, y sinceramente creo que eso es lo peor que puede hacer una persona.

 

Tengo mis defectos, como todo el mundo. Puedo pecar de egoísta y cabezota, pero no son cualidades necesariamente malas. En pequeñas dosis, puede serte de utilidad. No es malo mirar por uno mismo y desear lo mejor para nosotros, mientras no hagamos daño a nadie con nuestras decisiones; lo cual es prácticamente inevitable. Al final, alguien acaba herido.

Tampoco considero que ‘’ser cabezota’’ sea algo terrible. Simplemente defiendo mis principios y si de verdad quiero algo, nadie podrá hacerme cambiar de opinión. No pararé hasta obtener lo que me propongo, aunque requiera mucho esfuerzo y dedicación.

También es cierto que soy una persona muy indecisa. Me cuesta hacer elecciones. Un día puedo desear algo con mucha intensidad y al día siguiente perder todo el interés que tenía en ello. Pero también tengo mis virtudes.

 

Me considero una buena persona y suelo ser amable con los demás, dando el trato que recibo. Me considero una persona inteligente y creativa. Sé escuchar sin juzgar y dar mi opinión con sinceridad, por el bien de la persona a la que intento ayudar, incluso si se trata de decirle algo que no quiere oír, aunque sea cierto, o correr el riesgo de que se moleste conmigo.

Procuro tener tacto cuando se trata de expresar mis pensamientos, pero también es cierto que soy muy directa. Esta es una cualidad que puede molestar a algunas personas, como el hecho de que replique si algo me incomoda o no me parece correcto.

 

La genética, las circunstancias, mis elecciones y todo lo que he vivido me han hecho la persona que soy. Y, sinceramente, me gusta. Me gusta mi personalidad, aunque no es algo que compartan todos mis conocidos (no sé por qué los llaman conocidos, si en realidad no me conocen en absoluto).

 

Es extraño cómo todo cambia. Un día estás en el colegio y te aplauden por tu inteligencia, y al siguiente te etiquetan de empollona en el instituto. Y, aunque no haya sufrido ningún daño físico, puedo notar el rechazo. Es visible en cada una de las miradas de esas personas que se dejan guiar por los estereotipos. Pero, ¿qué tiene de interesante ser lo que la sociedad considera ‘’normal’’? ¿Acaso alguien es normal? Simplemente aparentan serlo. Se esfuerzan en ser copias y están obsesionados con alcanzar la perfección. Algo que no existe. En cuanto consigas ser lo que la sociedad considera ‘’perfecto’’, el estereotipo de persona perfecta habrá vuelto a cambiar. Las personas van a criticarte por cada elección que tomes, cada bifurcación del camino que escojas; lo importante, es que a ti te gusten tus elecciones. Hagas lo que hagas, hazlo por ti.

 

Malgasté varios años de mi vida tratando de encajar en un puzzle al que no pertenecía, sin darme cuenta de que, quizá, mi lugar está donde más feliz soy: entre libros.

bottom of page